EL CAMINO A EMAUS
http://bible.us/149/luk.24.13.rvr60
Esta es una de las historias breves pero inmortales del mundo; es uno de los textos más admirables del evangelio de Lucas. Nos hablan de dos personas que iban caminando hacia el ocaso, posiblemente esa fue la causa de que no reconocieran a Jesús. Emaús está al Oeste de Jerusalén, era por la tarde, y el sol iba descendiendo de forma que los cegaba. Está situada a unos 60 estadios de Jerusalén, o sea a unos 10/12 kms. de esta ciudad. Era el mismo día, el de la resurrección del Señor Jesucristo, o primer día de la semana, la situación les parecía a aquellas dos personas que no tenía explicación.
Los sueños y las ilusiones se les habían hecho añicos.
Estaban tratando de entender los datos confusos, informes, nociones preconcebidas del reinado mesiánico y sus propios sentimientos personales hacia Jesús. Era como un rompecabezas que parecía tener piezas que no le pertenecían y que les faltaba algunas necesarias. Se refleja toda la ilusión más dolorosa y el sentimiento más hondo de frustración del mundo en sus palabras:
“Y nosotros que habíamos creído que Él era el que había de redimir a Israel”
Eran las palabras de personas cuyas esperanzas estaban muertas y enterradas. Pero entonces vino Jesús, y hablo con ellos, y se les aclararon las tinieblas y el sentido de la vida. Por la ansiedad y la tristeza no reconocieron a Jesús que iba con ellos. Cuando se cierne sobre nosotros el desaliento, solo en Jesús podemos comprender todo lo que encierra la vida. Dios nos ha dado a los hombres el regalo más valioso del mundo, la libertad: podemos usarla para invitar a Cristo a nuestra vida o para dejarle que se aleje.
Jesús mismo se acercó y camino con ellos, “más los ojos de ellos estaban velados” Es decir había algo en sus ojos que no le permitían reconocerle, pregunto Jesús: ¿Por qué estáis tristes?, ¿Eres tú el único forastero de Jerusalén que no sabes la noticia? La muerte de Jesús era un suceso tan conocido que los dos hombres no comprendían que ni siquiera alguien no se hubiera enterado.
¿Qué cosas?
De Jesús Nazareno, que era un profeta poderoso en obra y en palabra y que había sido condenado por los esfuerzos de los líderes judíos y que había sido crucificado. Nosotros esperábamos que él fuera el que había de redimir a Israel. Jesús respondió: v.25. “Oh insensatos y tardos de corazón para creer en todo lo que los profetas han dicho”, Era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en Su Gloria
EL MAESTRO ES RECONOCIDO:
Llegaron a la aldea donde iban y ellos le dijeron: “Quédate con nosotros” Fue en una comida normal, en la que se partió un pan corriente, en la que reconocieron a Jesús. Estos dos hombres, cuando recibieron tan gran alegría, se apresuraran a compartirla. Eran otros doce kilómetros de vuelta a Jerusalén, y ya de noche: pero no podían guardarse la Buena Noticia.
El Evangelio no es nunca del todo nuestro hasta que los hemos compartido con otros.
¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba? V. 32
Ahora que le habían reconocido como su Señor, ellos entendían, porque sus corazones ardían mientras les enseñaba por el camino. Estos no han sido los últimos discípulos del Señor que han tenido la experiencia de un corazón ardiente. Es preciso aprender este secreto del corazón ardiente de una vida plena y llena de sentido. De pronto aparece Jesús, se enciende el fuego; cuando esto sucede, hemos de aprender el secreto de mantener el corazón ardiente, un corazón capaz de atravesar cualquier circunstancia. Los días vulgares, tediosos, grises, con sus deberes cotidianos sofocan el corazón ardiente, a no ser que hayan aprendido el secreto de permanecer en Jesús.
Volvieron a Jerusalén v. 33-34. Su viva emoción y optimismo estarán en tremendo contraste con el pesimismo de estos discípulos cuando comenzaron el viaje a Emaús. Cuando tenemos un encuentro con Jesús algo cambia en nuestras vidas.”
“HA RESUCITADO EL SEÑOR” fue el mensaje de alegría que transmitieron a los demás.
La tristeza y el desaliento, si no hay una pronta reacción conducen a la desesperación. Hoy la Resurrección del Señor Jesucristo, saber que vive y que anda junto a nosotros en el camino de la vida, sigue sorprendiendo a muchas personas.
A pesar de dos mil años de evidencia y testimonio, mucha gente se resiste a creer, ¿Qué más hacía falta?
Para estos discípulos fue necesario que el Cristo viviente se pusiera en medio de ellos.
Para muchas personas hoy, se requiere la presencia tuya y mía en medio de ellos que están agobiados por las circunstancias en el trabajo, escuela, en el hogar, etc. El Cristo del camino de la vida, es con frecuencia un desconocido, un peregrino, tal vez porque andamos muy deprisa, porque los acontecimientos nos ocupan demasiado.
Que este día sirva para reencontrarnos con el Señor.
Miguel Navarro
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